Desde hace unos días, he tenido una curiosidad inusitada por recordar los viejos juegos de Super Nintendo. Hace poco más de un año, compré una de estas mini-consolas que, con solo conectarla en la parte de atrás de un monitor o TV, ya tienes una infinidad de juegos que, incluso, nunca había visto en mi época de gamer de Super Nintendo y consolas NES.
Seguramente te preguntarás cómo pasamos de consolas que eran aparatos de un tamaño mediano a estas que, prácticamente, parecen memorias USB. La tecnología ha avanzado mucho y ahora podemos encontrar en estos pequeños aparatos un microprocesador, memoria RAM y ranuras para tarjetas micro SD. Son verdaderas mini-computadoras que corren estos juegos de 16 bits a 60 cuadros por segundo.
Los mandos, que se asemejan a los de la PlayStation 2, son además inalámbricos, algo que para nosotros, que vivimos la época de los controles con cables, era un sueño. En un momento de emoción, tirábamos del cable y todo el entramado tecnológico terminaba en el suelo.
La búsqueda del emulador perfecto
Mi entusiasmo por recordar esas largas tardes de juego en mi Super Nintendo se vio frustrado cuando la mini-consola se echó a perder. Quise abrir un juego de PlayStation en ella, lo que al parecer fue demasiado para el pequeño procesador, y la consola no volvió a dar señales de vida. A raíz de esto, me propuse descargar un emulador de videojuegos para mi ordenador, un MacBook Air del 2017.
Aquí empezó mi búsqueda de los mejores emuladores hasta la fecha. Con algunas decepciones, al final encontré uno que, en cuanto a potencia, es muy bueno. En comparación con la mini-consola, este da mejores gráficos y se desenvuelve de mejor manera. Un punto en contra es que, al reproducir un juego de Nintendo 64 como Zelda: Ocarina del Tiempo, a los pocos minutos el sonido se va. Y la verdad, para un juego tan entretenido por su música, es un gran problema.
Este emulador no es más ni menos que OpenEmu. Es muy potente e intuitivo, con algunos niveles de dificultad a la hora de descargar mejoras y complementos que ayudan a mejorar la jugabilidad.
El dilema de la legalidad
Hay varias páginas desde donde se puede descargar el emulador, eso es lo de menos. El tema álgido es a la hora de la instalación, ya que, como es un software descargado, el sistema operativo de los Mac pone ciertas barreras por temas de protección. Esto me llevó a preguntarme por qué los emuladores siempre hacen saltar las alertas en los ordenadores. Es porque estos emuladores son, en cierto modo, algo «ilegales», ya que atentan contra ciertas leyes de protección de derechos de autor.
Aunque la gran mayoría de juegos y títulos ya no cuentan con derechos de autor, dado que estas licencias tienen casi 40 años, aún quedan algunas sombras en la regulación. Por eso, las páginas que promueven estos software tratan el tema con pinzas, lo que hace más difícil encontrar títulos o emulaciones que funcionen correctamente, o que al menos tengan compatibilidad con ciertos procesadores.
Un viaje a la nostalgia
El tema es que estos emuladores han traído a mi vida gratos recuerdos de mi juventud, ya que me han permitido volver a jugar partidas de Super Mario World, Killer Instinct y otros. Antes era un verdadero sueño tener una videoconsola de videojuegos en casa. Ahora, con solo unos clics, no solo puedes jugar esos títulos que jugaba en mi Super Nintendo, sino que también puedo jugar con consolas con las que solo podía soñar cuando era niño, o incluso con consolas de las que apenas habíamos escuchado hablar.
Pese a los problemas de seguridad a los que nos exponemos por descargar estos emuladores y los juegos, vale la pena resaltar que, cuando funcionan, nos pueden regalar horas de sano entretenimiento y, además, mover un poco la nostalgia de aquellos días de tardes después del colegio.

