El telescopio espacial Hubble ha logrado la imagen más nítida hasta la fecha del cometa 3I/Atlas, el tercer visitante llegado de fuera de nuestro sistema solar. Mientras la comunidad científica estudia sus características únicas, la polémica se enciende con las teorías del astrofísico de Harvard, Avi Loeb, que lo ha calificado como un artefacto «posiblemente hostil». ¿Qué misterios esconde este viajero de 7.000 millones de años?
Hubble nos da una nueva perspectiva
El cometa 3I/Atlas, avistado por primera vez el 1 de julio, ha sido fotografiado por el Hubble a una distancia de 365 millones de kilómetros. Los datos de la NASA muestran una columna de polvo expulsada del cometa y una cola de polvo que se aleja del núcleo. Esto indica que se comporta de manera similar a los cometas de nuestro sistema solar, pero con una diferencia clave: su velocidad.
El cometa viaja a unos 210.000 kilómetros por hora, la más alta registrada para un visitante interestelar. Esta velocidad es la prueba de que ha estado vagando por el espacio durante miles de millones de años. Los astrónomos estiman que su núcleo helado podría tener entre 320 metros y 5,6 kilómetros de diámetro, y lo más sorprendente: podría ser el cometa más antiguo observado, con más de 7.000 millones de años.
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¿Una visita de «origen tecnológico»? La controvertida teoría de Avi Loeb
Aunque el cometa no representa ningún peligro, su trayectoria hiperbólica y sus características anómalas han captado la atención del polémico astrofísico Avi Loeb. En un análisis reciente, Loeb ha planteado la hipótesis de que el 3I/Atlas podría ser un «artefacto tecnológico y posiblemente hostil», lo que ha generado un debate intenso en la comunidad científica. El misterio podría resolverse pronto. La sonda Juno de la NASA, lanzada en 2011, podría situarse a tan solo 25 millones de kilómetros del cometa. Si la NASA aprueba la operación, los instrumentos de la sonda podrían capturar imágenes inéditas que ofrecerían nuevos detalles sobre la verdadera naturaleza de este intrigante objeto. Las observaciones del cometa continuarán hasta septiembre, cuando se acerque demasiado al Sol, pero se espera que reaparezca a principios de diciembre, ofreciendo una nueva oportunidad para los astrónomos de desentrañar su secreto.


