Vivimos el auge de los CRM (Customer Relationship Management) y software de gestión de negocios en línea. El mercado está inundado de opciones con promesas de ensueño: facturación y cobros automáticos, seguimiento de campañas de marketing y un sinfín de herramientas que prometen ahorrar tiempo y optimizar empresas de todos los tamaños.
Pero en este entusiasmo por la eficiencia, nos hemos detenido a preguntar: ¿Qué información obtienen realmente estas plataformas de nuestros negocios y cómo la usan? Es una duda más que razonable, dado el carácter sensible de los datos que se almacenan.
La Caja de Pandora de la información empresarial
Cuando delegamos la gestión de nuestro negocio a un CRM, estamos entregando la llave de la información más valiosa:
- Datos de Clientes: Información personal, patrones de compra, historial de interacciones y preferencias.
- Movimientos Financieros: Rentabilidades, datos de facturación y proyección de ingresos.
- Proveedores y Estrategia: Nombres de contactos, términos de acuerdos y estrategias de mercado.
La pregunta que debe mantenernos despiertos es: ¿Quién más tiene acceso a esto? La información de la que disponen en sus servidores es oro puro y, en el fondo, no sabemos qué tan estrictos son los protocolos de seguridad de esos «pocos» dueños de los servidores. Tampoco sabemos si esa información podría ser usada para fines de benchmarking o, peor, para la creación de modelos de negocio que compitan con el nuestro.
La disyuntiva del emprendedor: Control total vs. conveniencia
La mejor manera de manejar datos sensibles es, sin duda, la autogestión total. Esto implicaría invertir en bases de datos almacenadas en servidores propios (donde solo nosotros tengamos acceso) y programas con front y back-end de primera generación.
El problema es que esta solución es costosa y no está al alcance de cualquier emprendedor en sus inicios. Esto nos obliga a tomar un riesgo: arriesgar nuestra información empresarial y la de nuestros clientes en los servidores de terceros.
El llamado a la conciencia y la cautela
La lección aquí no es dejar de usar los CRM (pues son herramientas vitales para la productividad), sino ser radicalmente conscientes de lo que implica.
Es esencial que, como dueños de negocio, leamos la letra pequeña, entendamos dónde residen nuestros datos de clientes y proveedores, y solo elijamos plataformas con un historial impecable en seguridad y privacidad. No permitamos que la conveniencia de la automatización nuble nuestro juicio sobre la seguridad.
