El telescopio de sondeo ATLAS (Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides), financiado por la NASA, fue el primero en avistar un objeto singular el pasado 1 de julio de 2025: el cometa 3I/ATLAS. Este descubrimiento ha capturado la atención mundial, no solo por su velocidad récord, sino porque es una prueba tangible de que nuestro sistema solar es visitado por cuerpos que vienen de mucho más allá.
La prueba de que viene de fuera: Una órbita hiperbólica
El cometa 3I/ATLAS es, hasta la fecha, el tercer objeto que se descubre proveniente del exterior de nuestro sistema solar. ¿Cómo lo saben los astrónomos? La clave está en su trayectoria. A diferencia de los cometas de la Vía Láctea que orbitan el Sol, el 3I/ATLAS sigue lo que se conoce como una trayectoria hiperbólica. Esto significa que se está moviendo demasiado rápido para ser contenido por la gravedad solar; su órbita no es cerrada. Simplemente, está de paso y continuará su viaje hacia el espacio interestelar, para nunca más ser visto de nuevo.
Un viajero cósmico, rápido y sin peligro
- Velocidad récord: Al ser descubierto, el cometa interestelar viajaba a unos 221.000 kilómetros por hora, y su velocidad seguirá aumentando a medida que se acerque al Sol. Esta velocidad es una prueba de que ha estado desplazándose por el espacio interestelar durante miles de millones de años.
- Origen y destino: Se cree que se formó en otro sistema estelar y fue expulsado. Actualmente, se aproxima desde la dirección general de la constelación de Sagitario.
- Tamaño y tipo: Los astrónomos lo clasifican como un cometa (y no un asteroide) porque está activo: tiene un núcleo helado y una coma (la nube de gas y polvo) visible a medida que se acerca al Sol. Aunque su tamaño exacto es desconocido, está siendo investigado.
- Fuera de peligro: A pesar de su trayectoria, el cometa no representa una amenaza para la Tierra. Su punto más cercano a nuestro planeta será de unos 270 millones de kilómetros.
Las fechas clave de su observación
El cometa 3I/ATLAS alcanzará su punto más cercano al Sol alrededor del 30 de octubre de 2025, pasando justo dentro de la órbita de Marte. Permanecerá visible para los telescopios terrestres hasta septiembre de 2025, después de lo cual pasará demasiado cerca de nuestra estrella para ser estudiado. Afortunadamente, reaparecerá a principios de diciembre de 2025, ofreciendo a los astrónomos una nueva oportunidad de observación.

